doi: 10.56294/pa202371
REVISIÓN
Policy initiatives in response to the humanitarian crisis in the Lake Chad Basin
Iniciativas políticas ante la crisis humanitaria en la cuenca del lago Chad
Katia Gisett Roché Guerrero1 *, Arianne Medina Perera1, Jonathan Mckenzie Monés1
1Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. Licenciatura en Relaciones Internacionales. La Habana, Cuba
Citar como: Roché Guerrero KG, Medina Perera A, Mckenzie Monés J. Policy initiatives in response to the humanitarian crisis in the Lake Chad Basin. Southern perspective / Perspectiva austral. 2023; 1:71. https://doi.org/10.56294/pa202371
Enviado: 08-06-2023 Revisado: 09-09-2023 Aceptado: 21-12-2023 Publicado: 22-12-2023
ABSTRACT
The territories in the Lake Chad Basin are experiencing an unprecedented humanitarian crisis. In the region, the effects of climate change, economic and political marginalization, and the impact of terrorist groups’ actions converge negatively. All this has given rise to an environment characterized by high levels of instability and violence, the effects of which have a negative influence on the development of the countries involved. This research identifies the main factors that determine the existence of this crisis, in addition to describing, in a succinct manner, its most evident manifestations. In addition, it evaluates, from a multidimensional approach, the political initiatives carried out to face it. In this sense, the isolated, insufficient and uncoordinated nature of the actions taken so far, both by regional and international actors, is noted.
Keywords: Lake Chad Basin; Humanitarian Crisis; Political Initiatives.
RESUMEN
Los territorios enmarcados en la cuenca del lago Chad atraviesan una crisis humanitaria sin precedentes. En la región, convergen negativamente los efectos del cambio climático, la marginalización económica y política, y el impacto de las acciones desplegadas por los grupos terroristas. Todo ello ha dado lugar a un ambiente caracterizado por niveles elevados de inestabilidad y violencia, cuyas afectaciones influyen negativamente en el desarrollo de los países involucrados. La presente investigación identifica los principales factores que determinan la existencia de esta crisis; además de describir, de manera sucinta, sus manifestaciones más evidentes. En adición, evalúa, desde un enfoque multidimensional, las iniciativas políticas que se llevan a cabo para enfrentarla. En este sentido, se constata el carácter aislado, insuficiente y descoordinado de las acciones tomadas hasta el momento, tanto por actores regionales como a nivel internacional.
Palabras clave: Cuenca del Lago Chad; Crisis Humanitaria; Iniciativas Políticas.
INTRODUCCIÓN
La cuenca del lago Chad, ubicada en la zona del Sahel de África centro-occidental, abarca regiones de Nigeria (Borno), Níger (Diffa), Chad y Camerún.(1) Su elevado valor está dado en la presencia de agua en medio de una zona con un clima extremadamente seco. De hecho, actualmente unos 50 millones de personas subsisten gracias a las aguas del lago, ya sea directa o indirectamente.
A lo largo del tiempo, este lago ha sufrido enormes pérdidas en su caudal. Esto está dado, en parte, por los efectos del cambio climático y los largos períodos de sequías; pero también por la desproporcionada explotación de sus recursos destinados al consumo humano y animal.
Esta situación, que ya es por sí sola bastante alarmante, se intensifica por la creciente actividad terrorista en la zona,(1)en particular por el grupo terrorista Boko Haram, que actúa principalmente en el norte de Nigeria. De ahí, el clima de inseguridad y violencia presente en estos territorios.
A ello debe agregarse la relativa marginalización económica y política de la zona, causada por el escaso esfuerzo dirigido por los grandes centros de poder político hacia el desarrollo de estos territorios. En consecuencia, los habitantes del área poseen niveles de confianza muy bajos en sus respectivos gobernantes.
La conjunción de estos factores ha conducido directamente a una crisis humanitaria en la región de la cuenca del lago Chad. Actualmente, la zona se caracteriza por los elevados niveles de pobreza, la cada vez mayor inseguridad alimentaria, el bajo nivel educacional de los pobladores, la inestabilidad política, la explotación sexual, la violencia, la inseguridad y la escasa integración social. Todo esto, a su vez, ha provocado el desplazamiento constante de personas en busca de mejores condiciones de vida.
Precisamente, el presente trabajo pretende identificar los principales factores que determinan la existencia de la crisis de la cuenca del Lago Chad; además de describir, sus manifestaciones más evidentes. Así mismo, se procura evaluar las principales iniciativas políticas que se han desarrollado ante esta crisis, tanto desde lo interno de los cuatro actores fundamentales (Níger, Nigeria, Chad y Camerún) como desde las instancias regionales e internacionales.
DESARROLLO
El lago Chad es un lago tropical cuya cuenca activa se alimenta principalmente de las aguas del río Chari y de su afluente el río Logone. Su tamaño varía a consecuencia del régimen de lluvias, pudiendo aumentar o disminuir su tamaño según la época del año en la que se encuentre.
Esta región ha experimentado durante las últimas décadas un considerable crecimiento demográfico y movimientos poblacionales de diversa índole. El aumento de la población, ha originado un consumo creciente de recursos, que ha derivado en el agotamiento paulatino y exponencial de los mismos. El impacto de este suceso es más evidente en el caso de las disponibilidades ácueas. La disminución en el régimen de lluvias ha imposibilitado el reabastecimiento natural de agua. Esto ha llevado a sus habitantes a una situación de emergencia hídrica y sanitaria, como producto de una combinación de varios factores.
Entre estos factores destaca el cambio climático. La región figura entre las más vulnerables del mundo a este problema(2) y está combatiendo la rápida desertificación y erosión del suelo. El análisis de la producción agrícola de la región demuestra poca fertilidad de la tierra y los daños directos a estos renglones, lo cual se traduce en escasa alimentación.
Del mismo modo, los problemas medio ambientales antes señalados aumentan el daño ocasionado por los continuos desastres naturales. Las formaciones boscosas que naturalmente sirven de refugio y debilitan las fuertes tormentas, poseen raíces poco profundas, incapaces de mantenerse firmes. Esto provoca no solo la perdida de cada vez más árboles, sino también el desplazamiento de tierras, que junto a las grandes precipitaciones representan un daño considerable.
Paralelo a ello, la constante degradación del medio ambiente y una ineficaz transición en los medios de subsistencia son parte de los retos que deben ser tomados en cuenta para afrontar la situación social actual. Sin embargo, el eje central a resolver sigue siendo la disminución de los recursos hídricos, asunto que cada vez se vuelve mas crítico.
Las sequías de los últimos años, cada vez más largas, han tenido consecuencias devastadoras. En los años 60 el Lago Chad se extendía a más de 25.000 km2; actualmente apenas alcanza los 1.000. Asimismo, su escasa profundidad lo vulnera ante cualquier modificación climática que altere el régimen de precipitaciones.(3)
A lo largo de la historia se han registrado períodos en que el lago prácticamente ha desaparecido por la acción de los ciclos naturales. A estos ciclos se le suma la acción humana de forma significativa, responsable de al menos la mitad de la recesión del lago.
La desertización resultante de estos problemas ha provocado el movimiento de pueblos en busca de nuevas tierras. Estos desplazamientos poblacionales han sido influenciados y agravados por la proliferación de grupos armados que encuentran en esta situación una ocasión propicia para sus actividades ilícitas vinculadas al crimen organizado. Este es el caso de los ataques de Boko Haram y otros grupos terroristas, que constituyen otro de los factores causantes de la crisis en la cuenca del lago.
El nordeste de Nigeria, desde 2009, ha sido sacudido por una insurrección islamista que, generalmente, se nombra Boko Haram. Al año siguiente, Camerún, Chad y Níger se vieron afectados por la violencia vinculada a este grupo.
La violencia desatada ha sido favorecida por la ausencia del Estado en la toma de decisiones y la corrupción de los agentes gubernamentales. Esto posibilitó que la región fuera santuario para terroristas y criminales internacionales de todo tipo. El propio abandono estatal y una división territorial casi inexistente ayudaron a la instalación del terrorismo. Según(4) el balance humano de diez años de conflicto supera muy ampliamente el de la inestabilidad en el Sahel central en el mismo período.
En la región del lago, la insurgencia del terrorismo ha disminuido las actividades agrícolas y los medios de subsistencia. Los hogares del Chad occidental, el Sahel, el sur y el sureste, dependientes del comercio y de las actividades agropastorales, sufren pérdidas considerables en sus ingresos y su poder adquisitivo como consecuencia de las perturbaciones del comercio transfronterizo y las restricciones a la circulación entre el Chad y Nigeria, Libia, la República Centroafricana y el Sudán. Por ende, los precios de los alimentos básicos han aumentado sustancialmente debido a la inseguridad existente.
Como resultado, la cifra de personas que se han visto obligadas a desplazarse asciende a 2,5 millones. Además, desde el punto de vista humanitario, en 2016 se calificó de ‘‘hambruna’’ a la situación al nordeste de Nigeria, epicentro de la crisis.(4) Destaca, por tanto, la marginalización económica y política como otro de los factores detonantes de la crisis de la cuenca del lago Chad.
Las principales necesidades detectadas son de alimentos, agua potable, y artículos no alimentarios. Según(5) existe la necesidad de refugio para las personas que han sido desplazadas, infraestructuras básicas de higiene y saneamiento. Se encuentran centenares de niños sin educación, espacios de enseñanza o rehabilitación de clases. Además, está generalizado un alto nivel de malnutrición esencialmente en niños menores de 5 años. Se ha detectado, de igual forma, la proliferación de la violencia de género contra la mujer.
La combinación de todos los factores antes mencionados, van a marcar una profundización de la crisis político-institucional de los países de la zona. La falta de legislación y de una gestión estatal que contemple una política adecuada ante la misma, la ha agravado.
Algunos analistas han criticado la dependencia en exceso del poder militar por parte de los gobiernos para contrarrestar la acción terrorista. En relación con esto, se entregó a las fuerzas policiales y de seguridad, el poder para arrestar sin una orden judicial e imponer toques de queda. Estas medidas han sido consideradas por algunos observadores como violaciones de los derechos humanos.(6)
De igual modo, el uso de una fuerza excesiva por los cuerpos militares y policiales ha quebrantado su reputación como instituciones de carácter nacional. Estas tácticas han deteriorado la confianza hacia las fuerzas de seguridad, lo que devino en la negación de un apoyo concreto a estas fuerzas en la lucha contra Boko Haram.
A esto se suma que dicha fuerza no ha logrado contener al grupo insurgente, y que lejos de reducir su accionar, ha sido empleada para otros fines cuestionables. Desde la perspectiva civil, ambos, la fuerza policial y el grupo terrorista constituyen elementos de inseguridad a tener en cuenta. Si bien no debería suceder de esta manera, ambas fuerzas han agravado el conflicto y aumentado la violencia del mismo.
Entre los elementos que no deben ser pasados por alto se encuentra el enfrentamiento interno entre las comunidades que habitan la región y por tanto operan productivamente sobre ella. El descenso en las capacidades de uso del agua, así como los restantes problemas asociados a la industria agrícola y alimentaria ha desencadenado pugnas entre los principales productores de ganado y los campesinos. Estos problemas se mantienen carentes de una solución a nivel de estado, por lo que terminan siendo fuertemente reprimidos por el gobierno en búsqueda de la disolución de las hostilidades entre las partes implicadas.
Lo anterior, redimensiona la crisis del lago Chad ante un aumento de la desconfianza en las instituciones de los Estados para resolver la situación, así como, la inseguridad sobre el sistema político de los países implicados y su enfoque social. Las represiones han derivado en ocasiones en el aumento de los simpatizantes con el grupo terrorista y la respuesta violenta por parte de la sociedad civil ante las mismas. Esto, enfrenta no solamente al estado y el grupo insurgente, sino que implica al componente civil, pudiendo, según el grado de radicalización, ser un sustento significativo a la hostilidad.
Paralelo a ello, se oculta una situación social precaria en materia de derechos humanos que no tiene relación directa con los ataques del grupo insurgente, pero si con la inefectividad de las decisiones gubernamentales de los países implicados. Tras el contexto humanitario, se haya una conformación poblacional ampliamente afectada y carente de derechos, en la que imperan viejos patrones de actuación y que vulneran los derechos fundamentales de niños y mujeres.
En este sentido, la subordinación expresa de la mujer al hombre y la proliferación de actos como la mutilación genital femenina, son indicadores alarmantes de una sociedad carente de normas básicas, cuyos habitantes no son centro de las preocupaciones políticas de sus dirigentes.
Iniciativas políticas ante la crisis
Las respuestas políticas ante una crisis humanitaria tan delicada como la existente en la cuenca del lago Chad, podrían calificarse como insuficientes, en la medida en la que aún no resuelven en un grado significativo este escenario. Son muy escasas las iniciativas desplegadas a lo interno de los cuatro países de la cuenca en aras de hallar soluciones eficaces para tan difícil situación.
El principal mecanismo creado para regular el uso de los recursos del lago agrupa a los cuatro Estados ribereños más la República Centroafricana. Se trata de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad (LCBC por sus siglas en inglés), que contempla entre sus objetivos fundamentales promover la cooperación y la solución de disputas en torno a la cuenca. Sin embargo, sus esfuerzos se vuelven vacíos ante la falta de respaldo jurídico, económico e institucional por parte de los Estados miembros; así como por la falta de empoderamiento de la comisión en el arbitraje de conflictos. En adición, la preocupación por el tema medioambiental es prácticamente nula, por lo que la labor desplegada en este sentido ha sido muy limitada.
Existe, además, un programa encaminado a solventar los principales problemas medioambientales del territorio: el Programa de Integración de Cuencas Hidrográficas – Retos de la Cuenca del Lago Chad Visión 2025. Este señala como principales desafíos: los vacíos en políticas de gestión del agua y el medioambiente, la pobreza en toma de decisiones, el bajo nivel de participación de actores externos y las condiciones económicas de los Estados miembros.(7) El proyecto propone soluciones en correspondencia con los desafíos detectados, sin embargo, encuentra su limitación fundamental al dejar de lado un elemento de tanta relevancia como la influencia de los grupos terroristas en el área.
En contraste con ello, se encuentran las iniciativas creadas para hacer frente a las acciones terroristas de Boko Haram. En este sentido, destaca la creación en el 2014 de la Fuerza Multinacional Conjunta (MNJTF por sus siglas en inglés), en el marco de la LCBC, con cierto respaldo de la Unión Africana. Dicha organización, a pesar de sus limitaciones, fue determinante para lograr la disminución parcial de las acciones agresivas del terrorismo en la región en sus momentos de mayor actividad violenta.
Se ha comprobado que la MNJTF es un instrumento eficaz, pero con una tremenda escasez de recursos, por lo que se deben aumentar estos para elevar el número y la eficacia de sus actividades operativas. En esta dirección se debe perpetuar el compromiso militar existente entre los países de la región del lago Chad, una vez han entendido que cada uno de ellos por separado no tiene opciones de eliminar la amenaza terrorista.(1)
Como parte del apoyo militar, debe mencionarse también el desarrollo de la cooperación bilateral entre los diversos Estados ribereños, lo cual ha permitido una respuesta más eficaz basada en los intereses de estos países. Asimismo, es relevante el surgimiento de grupos de autodefensa locales, tales como la Fuerza Civil Conjunta de Nigeria, la Hermandad de los cazadores (nkuradaji) en Camerún, y los Comités de Paz en Níger.
En el caso particular de Nigeria, donde el grupo terrorista Boko Haram tiene su centro de acción; influye en gran medida la imagen que el gobierno del país insiste en proyectar hacia el mundo. Por tal razón, en muchas ocasiones, los medios de comunicación masivos minimizan el peligro del grupo terrorista; de modo que la situación aparente estar bajo control y Nigeria sea vista como potencia continental. Esta dificultad para aceptar los desafíos internos del país incide directamente en el empeoramiento de la crisis y la disminución de su importancia a escala global. Esto último, a su vez, reduce las posibilidades de cooperación de otras instancias regionales e internacionales.
De ahí que organizaciones de importancia regional como la Comunidad Económica de los Estados de África Central (CEEAC-ECCAS), de la que son miembros Camerún y Chad, y la Oficina Regional de Naciones Unidas para África Central (UNOCA), hayan jugado un rol sumamente discreto ante esta situación.
Si se analiza el papel de los mecanismos creados para el enfrentamiento de la crisis en la región, es posible comprender que hasta el momento no existe ninguno con una visión completa y un plan de acción multidimensional encaminado a la búsqueda de soluciones verdaderamente eficaces. La actividad conjunta y coordinada entre los diferentes actores regionales es aún deficiente, por lo cual se hace mucho más difícil avanzar hacia la erradicación de los grandes problemas del área.
En este sentido se evidencia la falta de voluntad política real para llevar a buen término los mecanismos ya creados. El problema fundamental, si bien puede mencionarse la falta de un enfoque integrador, radica en la actitud mantenida por los países involucrados y la falta de atención a la crisis.
Igualmente, debe tenerse en cuenta, que los grupos terroristas han aprovechado los errores de los gobiernos locales para conseguir una mayor expansión en el territorio. Este es un elemento que debe contemplarse para el diseño y ejecución de cualquier iniciativa política.
En cuanto al papel de los actores internacionales, es importante señalar que, si bien numerosas organizaciones se han pronunciado por la necesidad de poner fin a la crisis en cuestión, la práctica indica que las medidas encaminadas a lograr dicho propósito continúan siendo insuficientes. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha limitado su accionar casi exclusivamente a monitorear las principales acciones terroristas de Boko Haram, y alertar del peligro de ese grupo para la seguridad regional; en lugar de establecer mecanismos de acción para apoyar la lucha de los actores regionales.
De igual forma es necesario añadir que a nivel internacional la crisis no se erige como prioridad. El contexto actual de pérdidas económicas para los mayores contribuidores y la baja atención sobre los países implicados en la situación del lago constituyen también factores de peso en la no resolución de la misma. Paralelo a ello, la existencia de conflictos de mayor envergadura y con un riesgo global o regional considerable desplaza el tema como prioridad en la agenda mundial.
Ahora bien, es válido destacar que la ONU llevó a cabo algunas estrategias para la protección de refugiados, a través de Unicef, la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), la ONU mujeres y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En tal sentido, se pueden mencionar los campamentos construidos para dar albergue y asistencia a los refugiados, en aras de satisfacer sus necesidades básicas. A su vez, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) concibe una estrategia encaminada a garantizar la seguridad alimentaria y enfrentar los impactos de largo alcance de la crisis, mediante la creación de medios de vida resilientes.
El Consejo de Seguridad de la ONU también ha tomado la causa del lago Chad en su afán por hallar una solución efectiva. Sin embargo, si bien ha logrado un apoyo internacional significativo y loa recaudación de fondos, su gestión del tema continúa siendo infructífera.
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC) ha brindado su apoyo, mediante la distribución de alimentos, el acceso al agua y la atención médica, y el restablecimiento del contacto entre las personas y sus familiares.
Estas estrategias, si bien han probado ser de utilidad no alivian los números crecientes de personas afectadas. Además, los protocolos creados carecen de la gestión oportuna de los actores implicados, haciendo que cada vez resulte más difícil acceder a ellos. El enfoque de los mismos es deficiente en tanto no crea las vías para la superación de las circunstancias actuales del problema, ni brinda a las personas vulnerables la reinserción en un ecosistema favorable a sus necesidades a largo plazo.
Numerosas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se han pronunciado ante la urgencia de solventar esta crisis. Destacan organizaciones como Acción contra el Hambre (ACH), Oxfam Intermón y Save the Children. Entre las medidas que proponen están: la protección de la población civil; el incremento de la respuesta alimentaria y del acceso a la educación; una mayor inversión en el fortalecimiento del liderazgo, los procesos de toma de decisiones, la coordinación y la rendición de cuentas de las Naciones Unidas, los Gobiernos y las ONG en el marco de la respuesta humanitaria; y la importancia de desarrollar la resiliencia y acordar soluciones a largo plazo.(8)
A este impulso, pueden sumarse las iniciativas hacia la región de las principales potencias económicas en su búsqueda de posicionarse como socios comerciales y políticos de los países implicados. En este sentido, destacan países como Estados Unidos, Francia, así como otros miembros de la Unión Europea, los cuales ya han dado signos de un interés creciente en la región. Este interés, si bien no posee una cualidad humanística, pudiera implicar fondos cuantiosos o ayudas directas de mayor envergadura. De esta forma, las naciones a quienes atañe la crisis estarían en mayor capacidad de afrontarla.
Es posible apreciar en este sentido una voluntad política hacia el mejoramiento. No obstante, esta debe estar acompañada de acciones mucho más eficaces y mejor coordinadas tanto entre las diferentes organizaciones, como entre estas y los principales países afectados.
La solución al problema versa sobre la adopción de fórmulas de crecimiento local, en la que la participación de los propios ciudadanos afectados es clave. De esta manera, no solo se gestiona la crisis positivamente, sino que se toma como centro las afectaciones humanas y se reivindica el lugar de los habitantes de la región. De igual manera, el fortalecimiento de la seguridad ha de ser un elemento inherente a todas las políticas a desarrollar. En estas debe proveerse una formación integral que permita alcanzar un mayor estado de preparación ante la guerra.
El estado educacional actual de la población debe ser superado a través de políticas de instrucción de emergencia, en una primera instancia, priorizando la búsqueda de un programa interno capaz de hacer frente a la compleja situación de analfabetismo.
Lo mismo sucede con las dificultades agrícolas, deben erradicarse a través de formas resilientes y no agresivas con el medio ambiente, que permitan sostener el equilibrio del ecosistema a la vez que desarrollar una actividad económica sólida. Al respecto, se han dado pasos hacia la utilización de tubérculos y raíces de plantas dañinas a los cultivos como pienso y alimento para el ganado. Esto, permite frenar la expansión de plagas vegetales y reutilizarlas en actividades productivas.
CONCLUSIONES
La imagen actual de la crisis de la cuenca del Lago Chad, está dada por los efectos del cambio climático, la marginalización económica y política, los problemas de gobernanza en estos territorios, y el impacto de las acciones desplegadas por los grupos terroristas en el área. En consecuencia, se muestra un ambiente caracterizado por altos niveles de inestabilidad y violencia, cuyas afectaciones influyen negativamente en el desarrollo de los países involucrados.
Las iniciativas políticas desplegadas a lo interno de los cuatro países de la cuenca del lago Chad para solventar la crisis humanitaria son prácticamente nulas, en correspondencia con el escaso interés de los gobiernos locales hacia el desarrollo de la región.
Los mecanismos creados a nivel regional se limitan a los temas medioambiental y militar respectivamente. En ninguno de los casos analizados, se contemplan como prioridades las acuciantes problemáticas sociales de la región.
En adición, estos mecanismos no llegan a cumplir con eficacia la totalidad de sus objetivos. Esto se debe a la ausencia de respaldo legal, económico e institucional por parte de los Estados ribereños; la inexistencia de una acción coherente y coordinada entre los distintos actores del área; la falta de una visión multidimensional de la crisis; y el insuficiente empoderamiento de estos mecanismos para mediar en los conflictos.
En el plano internacional, numerosas organizaciones han manifestado su voluntad por apoyar en el enfrentamiento de la crisis humanitaria. Sin embargo, sus acciones se limitan esencialmente a alertar sobre los desafíos de la crisis y proponer estrategias que, en la práctica, no concretan acciones lo suficientemente eficaces.
Son carentes las intervenciones directas de capital para subsanar la crisis o mejorar la situación social. Paralelo a ello, aun son insuficientes los planteamientos enfocados hacia la economía verde o la reasignación de funciones agrícolas especificas a comunidades vulnerables como las mujeres y ancianos.
En sentido general, las iniciativas políticas que se han desarrollado para hacer frente a esta crisis, son bastante aisladas y, carecen de una debida cohesión y coordinación entre los distintos actores internos, regionales e internacionales. Por tanto, siguen sin estar a la altura de las exigencias que derivan de las proporciones de esta crisis humanitaria.
1. Sánchez Gómez J. El impacto del terrorismo en el lago Chad: crisis humanitaria y políticas necesarias. Instituto español de estudios estratégicos. 2021.
2. Maplecroft V. Climate Change Vulnerability Index. In.; 2017.
3. Menjón M. “EL LAGO QUE DESAPARECE” La catástrofe ecológica del Lago Chad. 2019..
4. Foucher V. El individuo frente a las crisis del Sahel en el siglo XXI. Notas desde el Estado de Borno. Monografías Cidop. 2019.
5. Cáritas. 2º Informe de actividades (Níger-Chad). ; 2017.
6. Carreño E. Grandes desafíos, ¿mecanismos idóneos?: evolución del pensamiento estratégico de Nigeria tras la emergencia de Boko Haram. Santiago. 2017.
7. Romero Quiñones MC. Efectos de la reducción del nivel del Lago Chad sobre la seguridad regional (Nigeria, Níger, Chad y Camerún) en el período de 2000 – 2010. 2012.
8. ONG. Siete medidas para salvar vidas y ayudar a las personas afectadas por la crisis humanitaria en Nigeria y cuenca del lago Chad. ; 2017.
9. Perazzo SA. Lago Chad: qué se esconde tras la crisis de sus aguas. Relaciones Internacionales. 2021.
10. Foucher V. ¿Es realmente global la guerra contra el terror? La intervención internacional y el conflicto de Boko Haram; 2021.
11. Piedrahita AJA. Amenaza terrorista de Boko Haram, el rol de las Naciones Unidas en el conflicto armado en Nigeria. 2017.
12. CICR. La crisis en la región del Lago Chad: hechos y cifras. ; 2015.
13. Magrin G. The disappearance of Lake Chad: history of a myth. Journal of political ecology. 2016.
14. Press E. ACNUR pide ayuda para la región de lago Chad porque el conflicto con el grupo terrorista Boko Haram “no ha terminado”. 2018.
15. Fernández ÁL. El Sahel: un enfoque geoestratégico. Journal of Arid Environments. 2018;: 55-64.
16. Oxfam. Lake Chad´s unseen crisis. ; 2016.
17. Unicef. Chad Humanitarian Situation Report. ; 2018.
18. GeoGlam. Lake Chad Basin: Conflict and Food Insecurity. ; 2020.
19. Wells S. Crisis regional de la cuenca del lago Chad: Chad, Camerún, Níger, Nigeria. .
20. Angerbrandt H. Nigeria and the Lake Chad Region Beyond Boko Haram. Policy Note. 2017.
21. Venturi B. Lake Chad: Another Protracted Crisis in the Sahel or a Regional Exception? IAI. 2021.
22. Fisas V. La gestión de las crisis sociopolíticas. ¿Prevención y/o cambio estructural? Barcelona: Bellaterra; 2017.
23. Nebehay S. ONU pide a Nigeria que restableza el orden e investigue asesinatos masivos. 2015.
24. MercyCorps. The untold crisis of the lake Chad basis. ; 2016.
25. Fund UNP. From crisis to development around Lake Chad. ; 2017.
26. Proyecto de plan estratégico para el Chad (2019-2022). ; 2018.
27. UA. Cumbre humanitaria de la Unión Africana y conferencia de donantes. ; 2022.
28. FAO. El camino de regreso a casa. ; 2017.
29. Las ONG alzan la voz ante la falta de fondos para la grave crisis en Lago Chad. ; 2017.
30. Lemoalle J. Le fonctionnement hydrologique du lac Tchad. In Le développement du lac Tchad: situation actuelle et futurs possibles. Marsella: IRD Editions; 2014. p. 1-58.
31. Junta Ejecutiva. [Online].; 2018. Available from: https://executiveboard.wfp.org/es.
FINANCIACIÓN
Ninguna.
CONFLICTO DE INTERESES
Ninguno.
CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA
Conceptualización: Katia Gisett Roché Guerrero, Arianne Medina Perera, Jonathan Mckenzie Monés.
Análisis formal: Katia Gisett Roché Guerrero, Arianne Medina Perera, Jonathan Mckenzie Monés.
Investigación: Katia Gisett Roché Guerrero, Arianne Medina Perera, Jonathan Mckenzie Monés.
Redacción – borrador original: Katia Gisett Roché Guerrero, Arianne Medina Perera, Jonathan Mckenzie Monés.
Redacción – revisión y edición: Katia Gisett Roché Guerrero, Arianne Medina Perera, Jonathan Mckenzie Monés.